UN MAJESTUOSO ANOCHECER VISTO DESDE LAS MONTAÑAS DE IXMULCÁ, TEJUTLA SAN MARCOS
Detrás de aquel lugar hermoso, cuando el sol empieza a ocultarse detrás de aquella cadena de montañas y detrás del majestuoso volcán Tajumulco, la nostalgia se apodera y el corazón del poeta se inspira y salen aquellos recuerdos felices de su infancia.
¿Por qué se fueron todos aquellos momentos? se pregunta desde aquellas tierras lejanas. Sus ojos desearían ver esos bellos atardeceres y retratarlos en el corazón nuevamente. Extraña aquellos momentos que vivió cuando era apenas un niño y su abuelo lo molestaba diciendo: “miren muchá hicieron recado en el cielo, ¿quién quiere ir a comer recado? y todos salían corriendo para ver si era cierto, pero en realidad lo único que encontraban eran esas bellas pinceladas en el cielo.
¿En donde están todos aquellos recuerdos de mi niñez? pregunta aquel hombre que lleva una vida entera buscando aquello que ha perdido, porque quizá perdió los sueños o simplemente olvidó aquellos sueños que tenía de niño.
Cada atardecer y cada anochecer tenía sus colores, las nubes tenían formas y colores, pinceladas que el autor de los cielos regalaba en cada tarde.
Mientras el sol deja caer sus últimos rayos de sol sobre aquellas personas humildes y trabajadoras, soñadoras y agricultores, de corazón noble y hospitalarias, se pueden observar esos hermosos detalles que solo la naturaleza nos puede brindar.
Se ha quedado observando y esperando a que la noche entre, porque aún así se puede contemplar su majestad, Tajumulco, erguido en el corazón de San Marcos y de su gente, muchos solo lo vieron como un simple volcán, yo lo he visto como el símbolo de inspiración, porque crecí viendo aquel coloso desde las puertas y ventanas de mi casa.
Muchas veces para el fin de año, se podían observar muchos destellos de luz desde aquel lugar, eran personas que iban subiendo y hacían reflejar espejos para que las personas pudieran ver que alguien estaba subiendo o bajando del volcán. Mi sueño era subir aquel lugar. Mi abuelo sacaba su espejo más grande y empezaba a reflejar la luz del sol hacia el volcán, ésto como señal que alguien había visto el reflejo de aquella alma contenta por haber llegado a la cima.
De ello aprendí que cuando alguien consigue algo o llega a la cima, se le aplaude su sacrificio.
Luego llega la noche y se encienden las luces de las lámparas en las faldas del vocán y uno se pregunta: ¿A ellos no les da miedo vivir en las faldas del volcán? pero sus antepasado, y quizá sus futuras generaciones vivirán en aquel lugar acogedor.
Así termina aquella vista, de aquel bello anochecer.
Gracias por compartir esas fotos con nosotros los que amamos los atardeceres vistos desde las aldeas de Tejutla.

fotos: karen Hernández/facebook aldea Ixmulca Tejutla GT/facebook
Inspiración: Belisario Baltazar, escritor y poeta.
¿Te gustaría usar un recuerdo de estas bellas montañas?